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Foto del escritorCristina Quesada

Diario del viaje a Noruega e IndieFjord (Parte 1)

Hace años que los veranos los estoy pasando únicamente en Canarias, a excepción de algunos días en los que he tenido que salir a Madrid para grabar alguna cosa. Pero cuando se trata de vacaciones, prefiero quedarme en Canarias con la familia y las amigas, lo cual a veces también me coincide con trabajo. Pero este año, a principios de julio, después de una temporada sin prácticamente viajar por vacaciones ni dar conciertos, pusimos rumbo a Noruega para tocar en el festival Indiefjord, en Bjørke, un pueblo de ensueño en los fiordos.


El viaje fue un poco largo y volvimos agotados y con una necesidad increíble de estar encerrados en casa durmiendo y sin prácticamente salir para nada, pero fue increíble y hemos vuelto con un montón de anécdotas que contar. Hoy les contaré la primera parte del viaje, porque tengo tanto que contar que creo que me va a llevar varios días escribirlo (y a ustedes leerlo).



 Para empezar el viaje me reunía yo en Gotemburgo con Andreas (Alpaca Sports) y Cristóbal y David (The Royal Landscapting Society), porque cada uno de nosotros tocábamos con nuestros grupos y después nos juntábamos todos para tocar con Alpaca Sports. Como en verano apenas hay vuelos directos de Canarias a Suecia (por lo menos que no sean Charter), viajé primero a Madrid, pasé la noche allí y al día siguiente viajé a Estocolmo y después cogí el tren desde la estación central a Gotemburgo, que fueron tres horas de viaje más las tres horas que pasé sentada en una cafetería de la estación bebiendo té helado porque no podía irme a ningún sitio con las dos maletas pesadísimas que llevaba.


Espera y té helado interminables en la estación central de Estocolmo

El viaje a los fiordos lo comenzamos yendo a Oslo desde Gotemburgo, con una guagua de tres horas y media en la que estuvimos embobados mirando el paisaje. En Oslo pudimos pasar prácticamente dos días, lo cual agradecimos porque pudimos ver un montón de sitios chulísimos, aunque nos quedaron muchos para una próxima visita (no tuvimos tiempo de ir a ningún museo, por ejemplo). Mis sitios favoritos fueron:


El centro de la ciudad, donde hay un montón de callejuelas bonitas con un montón de tiendas y de cafeterías, como la calle Karl Johan.


Cuando subes la calle Karl Johan, puedes ver al final el Palacio Real. Aunque la calle está muy transitada (no se sabe muy bien si por turistas o por locales, los guiris de Noruega no son los mismos guiris que los que vienen a Canarias), las vistas son preciosas, y el paseo hacia el Palacio también es muy bonito.


Vistas al Palacio Real desde la calle Karl Johan


Las tiendas de libreros de viejo. Encontramos varias, pero la que más me gustó fue Norlis Antikvariat, en la calle Universitetsgata, 18. En la planta alta tienen una selección de libros infantiles antiguos para enamorarse. Podría haber pasado ahí un buen rato si no hubiera sido porque íbamos con el tiempo justo. También me habría comprado varios libros si no fuera porque llevábamos las maletas a rebosar. Tendré que volver a Oslo con las maletas vacías para llenarlas. Pero no me pude contener y me compré un álbum ilustrado danés de los años 70 de forma alargada que llamó mucho mi atención.



Norlis Antikvariat

La Biblioteca Pública de Oslo, la Deichman Bibliotek. Es impresionante y es toda una experiencia poder recorrerse todos los pisos y las secciones. Además de la selección tan abrumadora de libros, tienen otros espacios dedicados a distintos talleres, estudios de grabación, estudio de impresión en 3D y de grabación de podcast… Es una biblioteca llevada al siguiente nivel, alucinante.


Biblioteca pública de Oslo







La azotea de la Ópera de Oslo. Puedes subir por las rampas y tanto el recorrido hasta arriba como las vistas desde la azotea son preciosas. Fotos bonitas para fardar en redes sociales aseguradas.


La Ópera de Oslo






Grünerløkka fue mi área favorita de Oslo sin duda alguna. Había un montón de tienditas pequeñas y tiendas de segunda mano de ropa y de cosas para la casa y algunas de ropa tradicional noruega. También algunas jugueterías con cosas superbonitas en las que tampoco pude comprar nada por la misma razón por la que no compré más libros. Aunque igual eso fue lo mejor que podía pasarme porque tal vez este barrio habría sido mi ruina y me tendría que pasar el viaje comiendo pan.


La Catedral de Oslo (Oslo Domkyrke) también me pareció muy bonita, aunque casi no la vemos porque solo abre hasta las 16:00 de la tarde.


La mayor parte de las veces comíamos en cualquier sitio que encontrábamos y casi siempre acertábamos, pero creo que uno de los sitios que más me gustó fue el Oslo Street Food, que tenía un montón de puestos distintos de comida (Poke, hamburguesas, tacos, etc). A lo mejor es un sitio un poco turístico (aunque la verdad es que tampoco lo notamos tanto), pero a nosotros nos venía de perlas porque así cada uno de nosotros comía lo que más le apetecía y, poniendo las cartas sobre la mesa, no es por criticar, pero la verdad es que Oslo tampoco es que nos lo pusiera muy fácil para encontrar comida vegetariana… El comodín en situaciones de emergencia era el sándwich de mantequilla y queso. Si eres vegetariano, te recomiendo que busques restaurantes con antelación.



Sobre algunas cosas que pueden ser útiles saber para visitar la ciudad, además de lo de la comida vegetariana:

  1. En el centro de Oslo se puede ir caminando a cualquier parte prácticamente. Nosotros fuimos a todos estos sitios caminando y el paseo es muy agradable.

  2. Si se quiere ir a algún sitio un poco más lejos lo mejor es coger el transporte público, las guaguas o los tranvías. Puedes comprar los billetes desde la aplicación Entur (es una aplicación oficial del gobierno) y cada billete dura una hora, y cuesta 40 NOK (3,55 euros más o menos).

  3. No merece la pena llevar mucho dinero en efectivo, porque la mayor parte de los sitios están aceptando solo tarjeta, aunque nunca viene mal tener un poco para alguna ocasión de emergencia (nosotros en Bjørke no llevamos y no pude comprar en una tiendita de segunda mano). Pero esto es solo algo puntual.

  4. Conviene revisar los horarios de los restaurantes y hacer cenas tempranas, porque aunque en verano las noches son muy largas, los restaurantes siguen cerrando pronto.

¡En la próxima publicación sigo contando el viaje hacia los fiordos! Gracias por llegar hasta aquí


Cristina

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