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Foto del escritorCristina Quesada

Mis 10 favoritos e indispensables -no digitales- para trabajar (especialmente con libros infantiles)

Al llegar a Fuerteventura desde Gotemburgo para quedarme unos meses y empezar a sacar todos los porsiacasos que traía, me he dado cuenta de que llevaba varios kilos de indispensables que utilizo para trabajar. A veces pienso que lo mejor es tener lo mismo en los dos sitios, para así no tener que cargar con todo cada vez que viajo, pero eso de momento no ha ocurrido y no parece que vaya a ocurrir en un futuro cercano. No sé a quién le puede interesar estos objetos, materiales o herramientas analógicas, pero como compartir es amar, yo he decidido compartir con ustedes 10 indispensables en mi mesa de trabajo.



Cuadernos diferentes para cada actividad/trabajo. Esto es algo que, aunque parezca una obviedad, he aprendido con el tiempo. Solía tener un único cuaderno para todos los trabajos y proyectos en los que estaba trabajando (que no son pocos) y cuando lo terminaba, compraba otro. Esto hacía que no acumulase tanto cuaderno pero al mismo tiempo, hacía que resultase difícil encontrar información que había escrito sobre algo en concreto y que en realidad, todas las notas terminaran perdidas en medio de un caos. Ahora mismo tengo un cuaderno para los trabajos de investigación de literatura infantil, otro para las notas del máster que estoy haciendo este año y otro para los trabajos que hago de formaciones y talleres. Cada maestrillo tiene su librillo, pero mis cuadernos favoritos son de A4 y con puntos en sus páginas, que en realidad están hechos para el journaling (aunque yo no lo uso para eso, no soy muy mañosa para esas cosas), pero a mí me gustan porque me parece que todo queda mucho más limpio y ordenado, casi como si la página estuviera en blanco, pero con una ayudita para no torcerme mientras escribo. Si no consigo encontrar cuadernos con puntitos, me decanto por cuadernos con líneas.


Cuadernos pequeños para el bolso. Evidentemente, un cuaderno de A4 no te lo puedes llevar a todas partes, ni siquiera yo puedo, que siempre salgo con bolsos y mochilas gigantes llenas de cosas (metes un euro y sale una Coca-Cola). Por eso siempre tengo un cuadernito pequeño, B7 es lo ideal, por si tengo que apuntar cualquier cosa cuando estoy fuera. Muchas veces me sirve si voy a la biblioteca y quiero apuntar el título de algún libro, si alguien me recomienda algo o si veo cualquier cosa digna de ser apuntada. Podría apuntarlo en el móvil, pero sinceramente, mi experiencia me dice que lo mejor es dejarlo todo escrito a mano y en un mismo sitio. Además, que queda precioso y es más bonito y nostálgico descubrir libretas viejas con un montón de notas escritas que buscar en el móvil notas de hace meses en las que escribías en una misma nota la lista de la compra y el nombre de un libro que te ha recomendado el amigo de un amigo.


Pósits transparentes. Aunque estoy intentando quitarme el miedo de escribir en los libros (los que no son álbumes y libros ilustrados) después de una conversación que tuve con mi compañera de grupo de investigación y amiga Rosalía (¡hola Rosalía!), siempre he utilizado los pósits para escribir notas encima de los libros. Mi descubrimiento, gracias al mundo tiktoker, de los pósits transparentes me ha facilitado mucho el trabajo, sobre todo al recoger información de libros de la biblioteca. El único “problema” que encuentro es que, por el material en el que están hechos, no se puede escribir en ellos con bolígrafos de tinta de gel (mis favoritos), sino con lápiz o bolígrafo estilo Bic. Creo que cada vez se encuentran más de distintas marcas, así que en la medida de lo posible me voy a abstener de mencionar ninguna (aunque ya he mencionado dos a lo largo del texto y seguro que mencionaré algunas otras), porque evidentemente esta publicación no está patrocinada por ninguna marca (ojalá, Pilot, Bic, Coca-Cola, ¡llámenme!).


Habiendo dicho hace tres segundos que no pienso mencionar ninguna marca, vengo a contradecirme para decir que mi última obsesión en bolígrafo son los Pilot G-Tec-C4. Son de tinta de gel y con punta muy fina y me parece perfecto para escribir rápido y para escribir en espacios pequeños (como en el cuadernito que llevo en el bolso). Mi color favorito es el marrón. Suena raro, y lo compré por primera vez de manera accidental, pero de verdad que es el color más bonito y agradable a la vista.


Bolígrafos borrables. Me acompañan desde que hice la selectividad (entonces me parecía que estaba haciendo algo ilegal, porque no entendía cuál era la diferencia entre eso y un lápiz) y por costumbre y por gusto los llevo siempre conmigo. Así me ahorro tachones en mis anotaciones en la medida de lo posible.


Volviendo a lo de escribir en los libros (en los míos, claro), estoy empezando a adentrarme en esa práctica que todavía me da un poco de miedo, así que todavía no me atrevo a usar los subrayadores o los bolígrafos, y la verdad es que me parece que tanto la tinta azul de los bolígrafos como el color de los lápices pasan demasiado desapercibidos. Pero hace como un mes descubrí en el supermercado, el sitio más que menos esperaría, unos lápices de colores borrables Tita Erasable de Carioca (¡se borran en serio!) y estoy obsesionada con ellos.


Una lupa. Cuando trabajo con libros electrónicos o digitalizaciones puedo agrandar con el ordenador, pero el papel no tiene esa opción de agrandar apretando y estirando los dedos, así que la lupa me es de mucha ayuda cuando trabajo con álbumes ilustrados con muchas ilustraciones y detalles pequeños. Eso sí, después de utilizarla, hay que guardarla siempre dentro del estuche, para no llevarnos disgustos con la luz del sol.


A mi sobrino Federico también le gusta usar la lupa para sus libros

Una grabadora de voz. Cuando estoy por la calle, especialmente en Suecia en invierno cuando hace mucho frío y las manos no me dejan escribir, suelo grabar pensamientos o ideas con notas de voz. Al principio las grababa en el móvil, pero ya he perdido grabaciones varias veces, y, de momento, mi grabadora no me ha fallado. La mía es una Olympus VN-541. Ahora que lo pienso, esta grabadora sí es una herramienta digital y me estoy volviendo a contradecir cuando la incluyo dentro de una lista de indispensables supuestamente no digitales, pero bueno, ya saben que cuando digo digitales me refiero a dispositivos como teléfonos inteligentes, tabletas y ordenadores que nos obligan a mantenernos pegados a una pantalla.


Para las horas que paso delante del ordenador y de los libros utilizo un corrector de postura y espalda ortopédico. Esto es probablemente lo que menos se esperaban leer en esta lista, ¿a que sí?, pero es la única solución que encuentro para sentarme derecha cuando estoy trabajando. El corrector es como un arnés que te pones como una mochila y que te estira los hombros hacia atrás. Les mentiría si les dijera que fue idea mía. En realidad, me lo compró mi madre porque dice que de mi 1’50 de altura me estoy quedando en 1’45 de lo encorvada que estoy acostumbrada a estar. También me envía vídeos que ve en Instagram de ejercicios que me dice que tengo que hacer, pero de momento eso es una asignatura pendiente.


Unas papas fritas de San Nicasio, agua con gas con una rodaja de limón y chocolate negro 70%, ¡que no todo va a ser trabajar!



¡Se aceptan recomendaciones de otros indispensables para trabajar!


Cristina

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